Es inminente que en menos de 30 años la historia del café cambie para siempre. Según un informe de la BBC de Londres, hacia el 2050 la mitad de la tierra dedicada a su cultivo será improductiva por cuenta del calentamiento global y el agotamiento de los suelos.
Así las cosas, la noble y delicada especie arábica, propensa a enfermedades y condiciones extremas, y responsable de los cafés más suaves que nos bebemos, deberá mezclarse con castas rústicas y resistentes o, simplemente, ser reemplazada por ellas.
Todo esto y más ronda en la cabeza de un cultivador radical llamado Felipe Sardi Aristizábal, de origen caleño, quien se ha echado a cuestas la compleja tentativa de devolver las manecillas del reloj.
Trabaja de sol a sol en una reinventada y revitalizada finca en Zipacón, Cundinamarca, en el centro de Colombia. Literalmente, la ha convertido en un laboratorio de la esperanza, donde impulsa profundas transformaciones.